- Reduce las expectativas: Las expectativas son casi inevitables, pero se puede buscar una manera equilibrada de reducir la frustración con las metas es marcarnos objetivos a corto plazo e ir ajustándolas a medida que vamos avanzando.
- Busca varias alternativas para lograr tus metas: Debemos ser flexibles y tener varios planes bajo la manga en caso de que el primero, ni el segundo funcione, ve probando tus opciones y descartando las que no funcionan para llevar a cabo tus metas.
- Acepta la situación: Las cosas no siempre resultan como creemos que deberían ser, analiza los resultados basados en tus acciones y que otros factores externos influyeron, cuales están en tus manos y cuales no, lo mejor es aceptar y desistir de lo que no funciona.
- Aprende de los errores: No hay nada mejor que aprender de nuestros errores, debes ver el lado positivo que enseñanza, lección podemos aprender. Saca el máximo provecho posible analízalos, tenlos en cuenta y toma nota.
- Ten en claro tus límites: Todos tenemos unos límites, que dependiendo del contexto y la vida de cada persona pueden variar. Es necesario conocer cuales son los nuestros y ver hasta donde podemos llegar o abarcar para no esperar más, y si me encuentro con algo inesperado aceptarlo y dejarlo en manos de Dios.
- No busques la perfección: Finalmente debemos olvidarnos de que todas las cosas que hagamos nos quedaran perfectas, querer que todo salga siempre perfecto genera mucho estrés, la rigidez y el deseo de tenerlo todo controlado es muy agotador, siempre es mejor arriesgarnos a hacer las cosas que no hacer nada, busquemos la bendición de Dios en nuestros planes y metas, confiemos con su ayuda todo saldrá bien.
Pon en manos del Señor todo lo que haces, y tus planes tendrán éxito. Proverbios 16:3
